Es un cachuelo que ha tomado con el mismo optimismo con el que conversamos el 31 de diciembre pasado, como hacemos tantas veces cuando el box ya está calmado.
Para tomar tantas decisiones equivocadas en un contexto en el que cualquiera hacierta hace falta mucha burrería, incluso sin contar con la mala fe, el engaño y la delincuencia económica.