Los padres, allá, en la tierra convulsa se separaban lagrimosos de sus criaturas con la ilusión de que éstas vivieran en tierra libre, con esperanzas vestidas de limpio.
Las bahianas sonríen vestidas con pollerones enormes de telas bien pesadas, armados con miriñaques y que encima tienen una especie de casaca larga, a tono con la pollera.