Rompiendo los esquemas supersticiosos que aseguran que las cactáceas no gustan de agua, éste agradece lluvias abundantes, así como un suelo rico en nutrientes.
Los aventureros, navegantes y viajeros intrépidos que visiten arrecifes, atolones o islas tropicales estarán expuestos, si gustan del pescado, a la ciguatera.