Muchas, tal vez demasiadas lecturas de teosofía y ciencia ficción hicieron que pudiera permitirme episodios de pensamiento mágico hasta los dieciséis o diecisiete años.
A los aeromodelistas de todos los clubs que me tuvieron paciencia con todo el ruido de los motores de pylon y por permitirme volar solo por muchos minutos.