Somos un continente de reprobados, con calificaciones pésimas, donde los gobiernos revolucionarios han sido pésimos maestros y la educación pública da lastima.
Pasamos veinte o más años por el sistema escolar coleccionando buenas notas, recibiendo encomios de padres y maestros, siendo apreciados y reverenciados.
Mientras para los maestros viene una exigente reforma laboral, en el sector petrolero y otros sindicatos hay apapacho y flexibilidad por parte del gobierno.