Hoy los deslumbraba con vistosos rayitos y mañana, los sorprendía luciendo colores extravagantes, tales como el ridículo verde, el fachoso azul o el estrafalario morado.
Ya no sorprenden los setters paseando con sus dueños, los pointers viajando de vacaciones, los bretones jugando con los niños, los galgos luciendo su elegante estampa en la ciudad.....
Octogenario, aún, se lo veía en cada procesión, erguido, distante, luciendo en el pecho altivamente el escapulario manchado de su propia sangre, orgulloso, imponente...