No debemos andar siempre cariacontecidos y tristes, negándonos a testificar de victoria alguna, por el temor de lo que pudiera haber sucedido o pueda suceder sin nuestra voluntad.
Los muchachos tristes de otros barrios se acercaron poco a poco y pronto circularon carrozas de hojas secas y automóviles con las ventanillas cerradas.