Yo me figuro que los vertiginosos sucesos de esta catástrofe se mezclaron desordenadamente en el alma de aquellos hombres, como le pasó a nuestro diarista.
Me figuro que su imaginación contaba con vaquillas escuetas, casi terneras, cuando se armaron para la montería: un hacha de cocina, algún cuchillo y cuerdas.