La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida.
Las sondas avanzaban más allá de la línea de vuelo, hundiéndose directamente en el valle de la hendedura, descendiendo con el suelo que componía la amplia meseta.
En noviembre de 1781, su trabajo fue entorpecido por un accidente al caer en una hendedura de hielo, sufriendo un politraumatismo que lo anuló durante un año.