Eso habría provocado, de acuerdo con esa versión, una reacción furiosa e incontrolada por parte de las tropas gubernamentales apostadas en las afueras.
La batalla en curso, que solamente los inconscientes no advierten, deflagrará cada vez más furiosa y se apuntará muchísimas víctimas entre el clero y los fieles.
Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al día siguiente empezaron a alijar, y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave.