Se podría hablar de un estado de pureza del dolor, de un dolor quintaesenciado, desprovisto de la ganga psicológica equívoca y así dolor auténtico, honda y entrañablemente vivido.
Distinguiendo los gobiernos, la democracia degenera en oclocracia, la aristocracia en oligarquía, y aun podría añadir que la monarquía degenera en tiranía; pero esta palabra es equívoca y necesita explicación.