Según aquel artículo, los niños de la llave al cuello crecimos desatendidos por nuestras madres, que trabajaban demasiado, y arrastraríamos varias carencias afectivas.
Se desatendieron las reglas habituales de convivencia, surgieron otras reglas enigmáticas no enunciadas que impidieron toda comprensión de los derechos y deberes de los ciudadanos.
Siguen ordenando los que, con poder político, pretenden ajustar todas las cuentas, dejando a infinidad de seres humanos desatendidos de todos sus derechos.