Serán el obligado desengaño que con la brisa caiga desde la arboladura, devolviendo al recuerdo la tempestad de hablar o palabras partidas como mástiles.
A diestra mano, la cuadra y el corral; a la siniestra, huerto y abejar, y, al fondo, una gastada escalera, que va a las habitaciones partidas en dos viviendas.