El afán modernizador de las ciudades llevó a privilegiar los establecimientos de grandes superficies en detrimento de los pequeños comercios locales tradicionales.
En las ciudades, por ejemplo, como son grandes degradadores de residuos, devoran o dispersan sustancias y materias que de otra forma provocarían un gran atoro en las cañerías.
De este modo, se desarrolló un imaginario colectivo que balcanizaría la formación docente impartida en las ciudades respecto de la que debía darse en y para el campo.