El delirio es considerado como un factor de riesgo de conducta violenta, especialmente aquellos delirios cuya temática es la celotipia, el perjuicio o la persecución.
Se promueve una distracción tóxica, profundamente vulgar, sensualizada y / o violenta para evitar que la población despierte y se rebele contra sus controladores.
De hecho, partir de la realidad del educando es la única forma de impedir una relación violenta, de no violentarlo y, por tanto, de no bancarizar la educación.