Los ejemplos etnográficos abundan: ritmos obsesivos, músicas fascinadoras, letanías, ritos, nembutsu búdico, etcétera; repetir hasta el exceso es entrar en la pérdida, en el cero del significado.
Aquí hay una gran diferencia con los ritos orientales, donde siempre vemos que tanto ministros como concelebrantes dejan caer las manos y no las ponen frente al pecho.
Lejos de apagar el gas, a ver si no es para mosquearse, los gobiernos de turno completan la ecúmene de transferencias sin ritos constituyentes de iniciación.
En estos dos casos debía pronunciar la fórmula de abjuración de rodillas en el coro de la iglesia, y luego hacer penitencia según los ritos habituales.