Fantasmas de un pasado querido, tan querido que mi corazón latía como si fuera a estallar, me tendían brazos impotentes, como esas sombras que Éneo encuentra en los infiernos.
Y si no quiere prestar orejas a lo que hay, y decide seguir arrebujado en los fantasmas que su notable imaginación inventa, no se preocupe, venga de todos modos.