Por su parte, los sumisos se despersonalizan, se tornan frágiles, vulnerables, inseguros, sin miedo de ser manipulados y totalmente incapaces de asumir su propio destino.
Se sienten inseguros, por lo que están pidiendo acciones concretar y apurar proyectos que permitan controlar la delincuencia como las cámaras de televigilancia.
Nos vemos entonces abiertos pero inseguros, siempre potencialmente ayudados o acechados por la capacidad trasformadora de una biografía única que hemos acogido en nuestra vida.
Esto se da, por ejemplo, en los individuos narcisos, los inseguros y los erotómanos, situaciones en los que dichas alteraciones deben ser tratadas profesionalmente y pueden tener buen pronóstico.
No obstante, en nuestra mente tenemos un plan de seguridad, algo que sabemos que podemos ir cuando nos sentimos estresados, ansiosos, inseguros o con miedo.