Algún paralelo se puede establecer con los cada vez más caros productos vegetales, que ofrecen los carretoneros ambulantes, por los que se extrañan indignados los consumidores.
Los vecinos, indignados, le hicieron una encerrona, lo trasladaron a las afueras del poblado, lo despojaron de sus ropas, excepto la camisa, y le propinaron una buena zurra.
Está provocando el movimiento de los indignados esta indiferencia arrogante a la desigualdad en el descaro de las ganancias excesivas de las corporaciones.
Todos nos sentimos indignados alguna vez como clientes, y sabemos cuán importante es que en esos momentos alguien sepa hacerse cargo de nuestra inquietud.