Desde el psicoanálisis el juego cumple una función catártica, al adoptar la forma de una sublimación de instintos peligrosos y de deseos inconscientes.
La batalla en curso, que solamente los inconscientes no advierten, deflagrará cada vez más furiosa y se apuntará muchísimas víctimas entre el clero y los fieles.
Unos de esos, con todo, permanecían atolondrados, semi-inconscientes, inmersos en lamentable estado de inercia mental, incapacitados para cualquier adquisición facultativa de progreso.