Los gángsters, por ejemplo, son personajes mucho más estilizados que sus pares norteamericanos: reflexivos, elegantes, respetados y con códigos éticos muy fuertes.
Un comentarista antifeminista se referirá a las mujeres y a los gatos como seres carentes de espíritu de equipo; y un antimachista verá a hombres y perros como gángsters.