Con frecuencia, los marineros compartían sus dominios con estrafalarios compañeros venezolanos: un oso hormiguero, un tigre, monos y jaulas de guacamayos.
Y probablemente lo hacemos gracias a (también a pesar de) nuestro estrafalario militarismo patrio, que nos da frecuentes razones y argumentos para denunciar sus desmanes.
Eurípides fue un pensador solitario, en modo alguno del gusto de la masa entonces dominante, en la que suscitaba reservas, como un estrafalario gruñón.