Sigue ahí, vivo, lo que pasa es que ahora la ganan las minorías, los capitostes del capitalismo financiero que son los que marcan los ritmos y las condiciones.
Es correcto respetar al prójimo pero no debemos permitir ni admitir los atropellos que día a día sufrimos sobre los nuestros a manos de los capitostes.
Capitostes de poderosos medios de comunicación, empresarios y luminarias domésticas se sentían ungidos, pensaron llegado el momento de quitar el obstáculo.