Casi toda la investigación en marcha sobre alternativas de iluminación se dedica a la electroluminiscencia orgánica, una tecnología que podría superar en eficacia incluso a las bombillas fluorescentes compactas.
Su gran capacidad de observación lo llevó a descubrir en 1883 un fenómeno de ennegrecimiento que se producía dentro de las bombillas o lámparas incandescentes.