En ese calabozo hay tantos encuentros y abandonos; tanto fragor, turbiones, mundos; tantas riadas y avalanchas, que sus barrotes van a reventar la cabeza que es mi calabozo.
Regularmente filas de hormigas-empleados emergen en riadas de la tierra desde el metro, se despliegan sobre el pavimento y desaparecen engullidos por los edificios.
Así los centros neurálgicos de la capital del país estaban tomados por riadas de manifestantes que aparecían desde los diferentes puntos de concentración.