La otredad representa, en el exterior, significaciones religiosas, culturales e históricas que han investido al suicidio de una prohibición radical y total.
La diferencia entre los perros y nosotros es que tenemos múltiples figuras investidas de autoridad, por razones operativas de nuestro complejo desarrollo social.
En la antigüedad, ciertas culturas y prácticas religiosas invistieron a los objetos de atributos sobrenaturales, convirtiéndolos en fetiches destinados a la adoración.