Y, en todo caso, las facturas a sus divertimentos, desfalcos, raterías y quebrantos, se le pasan a la clase trabajadora, vía contribuciones, tasas e impuestos.
Se pasean por los barrios más exclusivos del mundo gracias a sus raterías y cargando sobre sus hombros la vida de seres humanos denunciantes de sus tropelías y mezquindades.
Supo leer en ellos frustraciones ancestrales, sus miserias y sus debilidades, sus malas mañas y raterías personales, rencores de cien años, traumas no resueltos, necesidades insatisfechas; y ahí se afincó.