Los vendedores, cual cupido asiduo de flechar su elixir embriagante consumista, a ratos osan en obnubilarnos pintándonos el paraíso terrenal sobre ruedas.
La economía liberal no pretende en absoluto transformar utópicamente la sociedad en paraíso terrenal por que no está encerrada en una ideología imaginaria, irreal o fantasmada.