Dichos cuadernos incluyen géneros bailables, himnos, marchas, reducciones de ópera y piezas misceláneas, además de la música ritual masónica propiamente dicha.
Misceláneo y lleno de vértigo, refleja una multiplicidad cultural difícil de capturar con métodos ortodoxos, propicia el diálogo en un pueblo acostumbrado al sectarismo.