Las casas fueron evacuadas apresuradamente por los voluntarios, ya que fueron inútiles los insistentes telefonemas al cuerpo de bomberos, cuyas máquinas se encontraban ocupadas en otros barrios.
Pero las únicas que le salían eran las otras lavanderas que, madrugadoras y chiches en ristre, estaban ya adentradas en la corriente, encacharrando la ropa con insistentes riendazos.