Están programadas necesariamente por la naturaleza para cumplir su heroica misión: no pueden desertar, ni rebelarse, ni remolonear porque otras vayan en su lugar.
Nuestra mitología heroica, compuesta por desacreditados héroes de estatua, se complementa con corpulentos hombres de pantaloncillos ajustados y altas cifras en sus cuentas bancarias.