La elegancia, ligereza y veleidad de los bailarines contrasta escandalosamente con la paciente estoicidad de los criados, visiblemente incómodos y fuera de lugar en sus uniformes.
Todo él era de madera, tan renegrida como la de fuera, y estaba atiborrado de mesas, taburetes, hombres de la mar y mujeres que se pintaban los labios escandalosamente.
La suya es una empresa crítica que desborda la afirmación en héroes y monumentos considerados por la mirada interpelante como escandalosamente parciales.