Es más, puedo afirmar que ahora que vivimos tiempos convulsos, entre nacionalismos periféricos dirigidos por oligarquías, centralistas maletines errantes y duques empalmados, mi españolidad hace aguas.
En su mente dislocada, confundía arrieros con duques, cuchilleros con marqueses, estafadores con príncipes, salteadores de caminos con caballeros andantes, prófugos con embajadores de alta ralea.