Para aquellos músicos y bandas que no tranzan con los fenómenos marketineros y sellos discográficos internacionales, llegar allí implica un esfuerzo sobrehumano y económico altísimo.
La lucha es desigual y para colmo la realidad se encarga de dar ayudas a estos monstruos discográficos acostumbrados a comer mercados y vomitar subproductos.