Atrás quedaban 12 años de crudelísima guerra, 75.000 muertos, cientos de miles de exiliados y refugiados, y un país exangüe, física y psicológicamente.
Cuanto miraba era muerte para mí: la ciudad se me hacía inaguantable, mi casa insufrible y cuanto había compartido con él se me volvía sin él crudelísimo suplicio.