Lo que no es inmediatamente evidente en estos objetivos es que para los teósofos la ciencia significaba las ciencias ocultas, y la filosofía, la occulta philosophia.
Leía con pasión libros de magia, ciencias ocultas, nigromancia y brujería, que después narraba a sus vecinos con la variante de que se transformaba en protagonista de sus propias lecturas.