Mientras unos lo consideran la esperanza resucitadora de una izquierda revolucionaria que se suponía sepultada, otros lo ven como una amenaza inminente para la paz y la libertad.
Y tú, que le dedicaste docenas de poemas al resucitador de lázaros, has escuchado ahora tu propia misa y tus versos retumbar bajo la cúpula de una iglesia.