Esto se resuelve ofreciéndole al depredador una recompensa inmediata: un mesocarpio rico en nutrientes, dulce y (o) con colores llamativos que cubre la semilla.
Para ello se buscan nombres eufónicos, llamativos y fáciles de recordar, de origen muy variado: el nombre del inventor o propietario, metáforas, vocabulario evocador, etc..