La gente, por supuesto, responde al estímulo cruzando lo más alocadamente posible por tantos lugares distintos como es posible, emputeciendo el tránsito al límite de lo probable.
Cuando llega el oficial se emputece de una forma con nosotros, nos trata pésimos, que cómo se nos ocurría controlar a gente decente que anda en vehículo.