Tampoco parece exagerado decir que es inimaginable cualquier obra ingenieril, desde el diseño de un micromotor a la construcción de un megapresa, sin exhaustivas simulaciones y cálculos matemáticos.
Nuestra época, en cambio, convive con ellos sin mayor problema: los arrinconó con explicaciones, con cálculos y cifras, hasta que se dejaron embotellar.