Inexorablemente era yo quien iba por los encargos de mi mamá a la tienda e, inexorablemente también, era a mí a quien le cogía la tembladera apenas entrar.
Yo lo grabé entonces (tres videocassetes) y lo estuve viendo varias veces en los años posteriores hasta que les pasó un problema de tembladera en la pantalla.
Como el miedo es libre y con exageración puede llegar a la paranoia, tengan cuidado los propaladores de la tembladera no sea que se convierta en una pandemia pelucona.