El papel, por ejemplo, indispensable para la prensa, fue retaceado o entregado libremente a quienes lo solicitaban según la voluntad discrecional de los círculos gobernantes.
Por eso, finalmente, el enunciado filosófico no sólo es ilustrado y documentado sino subjetivado: es cierto que hemos retaceado el rostro del filósofo, pero le hemos conferido voz.