La enseñanza era pasatista y retrógrada, hasta el punto de que en las exposiciones de fin de curso se mostraban los típicos ranchos y las copias de esculturas enyeso.
Normalmente, cuando lo habían hecho, habían atornillado las piernas para juntar las, pero las enyesaron, porque atornillar las no hubiera sido muy bueno en caso de un nuevo apuro.
No aceptó nuestras excusas de que las prometidas excavadoras aún no habían llegado y que nos habíamos visto obligados a cavar con las paletas de enyesar.