Tijereteaban savias magnéticas, potencias, tallos y voltios en ese espinoso jardín de amperes con flores mortales acechando en la noche que conforma el techo de las luces.
Pudo determinar con certeza que la acumulación electrostática es de hasta 30.000 voltios en algunas personas, cuya resistencia se cifro en 500.000 ohmios.