Entre este afán de enviar las reses al matadero y el ansia orejero de los públicos, quizás hayamos encontrado una justificación a este fenómeno de la tauromaquia moderna.
Donde tiempo atrás se ubicaba el matadero de cerdos y las cercanas tenerías, donde se curtía la piel de las reses, está hoy el zoco más castizo del planeta.