Lo malo es cuando justamente los antisistema adoptan la estética que el sistema ha preparado para ellos, para ser atacados y descalificados sumaria y rápidamente (etiquetados): punkis, perroflautas, etc..
Ninguno se reconocÍa ya propiamente miembro de un estilo cerrado, si bien varios de ellos habÍan sido punkis, heavies o siniestros durante los ochenta.
En las esquinas, algunos padres, madres y hasta abuelos se unieron a la gran rumba, quienes acompañaron a los jóvenes para disfrutar del punki punki en familia.