Leí en una crítica que hay que llevar cuaderno y pluma para anotar las relaciones entre compañías, entre abogados con empresas, entre políticos con potentados.
Emperadores, ministros y potentados de muchos países habían enviado gente para atraparlo y algunos incluso fueron ellos mismos, pero nadie pudo conseguirlo.
Guillotinando, ahogando, fusilando sin piedad, al azar de su capricho, fueron elevados de su humilde condición anterior al nivel de los más célebres potentados.