Paradójicamente, empieza con la sobrestimación de los sistemas lingüísticos, atribuyendo un valor hiperreal a la narración o al texto, como prefiere decir el posmodernismo.
Más que desaparecer, el estructuralismo se disolvió en corrientes como el posestructuralismo, constructivismo, deconstructivismo, posmodernismo o diversas vertientes marxistas.
Se buscará, hasta el llamado posmodernismo inclusive, la desmemoria del cuerpo cotidiano, para negarlo y repensarlo, fiel a sí mismo, prácticamente ahistórico.