Y los bonzos fosilizados y dogmáticos del retranqueo, culpables del derrumbe, aplauden y asienten con la cabeza, como bien alimentados caballos percherones.
Así que ella se mantiene escondida, realizando visitas secretas a los establos del barco, donde un apuesto joven y sus hermosos caballos percherones pronto le llaman la atención.