No deambulaba ni a pie ni a caballo, sino montado en su diabólico y rústico velocípedo que se componía de dos ruedas, una grande adelante y otra pequeñísima atrás.
De hecho, exceptuando una pequeñísima cantidad de ellos, la mayoría prefiere las traducciones venida, advenimiento, llegada o términos similares en lugar de presencia.